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Toda una noche para mí tenerte

sumisa a mi violencia y mi ternura;

toda una larga noche sin premura,

sin nada que nos turbe o nos alerte.

 

Para vencerte y vencerte y vencerte,

y para entrar a saco sin mesura

en los tesoros de tu carne pura,

hasta dejártela feliz e inerte.

 

Y al fin mirar con límpida mirada

tu cuerpo altivo junto a mí dormido

de grandes rosas malvas florecido,

y tu sonrisa dulce y fatigada,

 

cuando ya mis caricias no te quemen,

mujer ahíta de placer y semen.

 

 ———————

 

Entre los tibios muslos te palpita

un negro corazón febril y hendido

de remoto y sonámbulo latido

que entre oscuras raíces se suscita;

 

un corazón velludo que me invita,

más que el otro cordial y estremecido,

a entrar como en mi casa o en mi nido

hasta tocar el grito que te habita.

 

Cuando yaces desnuda toda, cuando

te abres de piernas ávida y temblando

y hasta tu fondo frente a mí te hiendes,

 

un corazón puedes abrir, y si entro

con la lengua en la entraña que me tiendes,

puedo besar tu corazón por dentro.

 

—————————–

(Soneto a la inglesa)

 

 

Todo hombre sin mujer es un Crusoe.

Naúfrago de tu ausencia, me rodeo

del simulacro gris de un ajetreo

cuya nostalgia sin piedad me roe.

 

Y al correr de los días o los años,

voy odiando mi edén entre las olas,

y mi siembra de amor erguida a solas,

y mi semen tragado por los caños.

 

No la caza triunfal, ni el fruto en ciernes;

no el perro, ni el paraguas, ni la mona;

no el papagayo o el hogar o un Viernes;

sólo un sueño imposible me obsesiona:

 

por entre escollos y corales y algas,

nadar hasta la costa de tus nalgas.

 

———————-

 

Estas tardes ya frescas, en que nada

la fiebre en la luz perla, y que conmueve

el amor de la brisa niña y leve

y de su intrusa naricilla helada,

 

y en que rumiamos toda la jornada

el suave abrazo que el hogar nos debe,

sé que en mi casa en cambio no se mueve

ninguna brasa fúlgida y sahumada:

 

falta entre mis anémicas paredes

el rescoldo que, oculto en la hosca lana

de un pubis de mujer, irradia y mana,

fuente y pan de mis hambres y mis sedes:

 

le falta al frondor rojo de mi otoño

la pavesa recóndita de un coño.

 

 

 

 

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